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sábado, 5 de abril de 2014

Mítico salón de baile de Nueva York que recibió a numerosos artistas cierra sus puertas

Tras casi 100 años de existencia dejará de funcionar la "Roseland Ballroom", lugar en el que pasaron músicos como Frank Sinatra, Louis Armstrong, Rolling Stones y Madonna.

NUEVA YORK.- Frank Sinatra, Louis Armstrong, Rolling Stones, Metallica, Madonna y Lady Gaga: tras casi 100 años de existencia, en los que decenas de artistas se han dejado ver y decenas de miles de personas bailaron toda la noche, la mítica sala neoyorquina "Roseland Ballroom" cierra definitivamente sus puertas.

Esta pequeña sala de conciertos, situada entre rascacielos, teatros de Broadway y hoteles de lujo y con capacidad para 3.000 personas, está considerada una de las reliquias de la era de los extraordinarios clubs nocturnos de Manhattan y eso que la acústica ni siquiera era realmente buena. Tras legendarios clubes como "Studio 54" o el "CBGB", el próximo lunes (7 de abril) cerrará para siempre la "Roseland Ballroom" conocida como la "mejor sala de baile del mundo".

El dueño, Laurence Ginsberg, no señaló razón alguna para explicar el cierre, pero desde hace tiempo circulan rumores de que este edificio bajo será derruido para construir en su lugar un lucrativo rascacielos, ya que se encuentra en uno de los mejores sitios de la parte central de Mahnhattan.

Con todo, se siguieron anunciando conciertos con conocidos artistas, pero en noviembre de 2013, para disgusto de los asiduos clientes, se informó sorpresivamente que los siete conciertos seguidos que iba a dar allí Lady Gaga en abril (y cuyas entradas se agotaron prácticamente enseguida) iban a poner el broche final a la "Roseland Ballroom".

Y la historia de esta casa de conciertos es casi centenaria. En 1917 Louis Brecker y su prometida Dorothy Faggen abrieron el club. Al principio la pareja tenía un local en Filadelfia, pero unos años después se mudaron a una antigua fábrica de carrozas en Nueva York. En sus inicios sólo se permitía la entrada al club a los blancos.

Brecker organizaba conciertos de jazz y bailes de sociedad, en ocasiones hasta seis días seguidos. Aborrecía el twist y pronto lo prohibió en su club, que en 1956 se trasladaría a su ubicación definitiva, una antigua pista de patinaje.

"Al twist le falta el verdadero garbo", dijo Brecker al "New York Times". "En este club se trata del baile en el que se juntan las mejillas". Decenas de parejas se conocieron en la "Roseland Ballroom". De aquellas parejas surgieron matrimonios que dejaron más de 700 inscripciones en las paredes del club.

En 1977 murió Brecker y su hija Nancy heredó la sala, que poco después vendió a su propietario actual Ginsberg. El espíritu de la "Roseland Ballroom" cambió. Se escuchaba menos música disco y se organizaban más conciertos, sobre todo después de que en 1984 mataran con arma de fuego a un muchacho de 18 años en la pista de baile y seis años después un grupo de jóvenes matara a un turista de Utah en el metro porque querían dinero para entrar en la sala.

Grupos como Metallica o los Rolling Stones actuaron allí. La cantante Fiona Apple fue noticia cuando tras agotar las entradas para un concierto lo acabó precipitadamente entre lágrimas y maldiciones. Hasta la ex primera dama de Estados Unidos Hillary Clinton sopló las velas de su 53 cumpleaños en el famoso club, con célebres invitados como Cher, Robert de Niro, Cameron Diaz y Tom Cruise.

Todo eso forma ahora parte del pasado y a los neoyorquinos les asusta pensar cuál será el futuro de ese edificio tan cargado de historia de la música. Los trepidantes precios de los alquileres en Manhattan y el destino que han sufrido otras salas, así como las que han emigrado a barrios como Brooklyn, no dejan augurar nada bueno.

El legendario "Studio 54" es en la actualidad un teatro; en "The Bottom Line", donde Patti Smith y Neil Young subieron al escenario, hay hoy aulas de la universidad de Nueva York; el "Paradise Garage", donde nació el estilo musical garage house, es ahora un aparcamiento; "Small's Paradise", en el Harlem, es un restaurante de tortitas, mientras que el revolucionario club punk "CBGB" es una tienda de ropa masculina.

El final de la "Roseland Ballroom" no deja de ser una gran pérdida para Nueva York, dijo el agente de músicos Steve Martin al "New York Times". "La Roseland siempre tuvo un gran instinto para las bandas y los espectadores".